Un performance, en donde la dialéctica reina sobre los movimientos como una dulce conciencia de flotar, danzar, bajar, subir, mas allá de las tentaciones de un mundo pesado, junto con grandes rastros de color, que trascienden desde el pincel cómo restos de vibraciones sobre una enorme tela blanca que las sostiene.
Aquí se encuentran para representar ese monstruo de los miedos, las derrotas, la soledad e incertidumbre, donde la voz de la conciencia nos pone a prueba de ese paso que debemos dar en busca del sentido de estar vivos.
Andrea Ladvocat (curaduría)